Toda Comunidad se enfrenta, antes o después, a la ejecución de obras en el edificio que pretenden contribuir al buen mantenimiento de la infraestructura o de las zonas comunes. Una de las más habituales en la actualidad es la bajada del ascensor a cota cero que tiene por finalidad la supresión de barreras arquitectónicas. Pero ¿se puede considerar un trabajo de mantenimiento?

En realidad no. Lo cierto es que se encuentra comprendido dentro de los gastos de instalación, no de conservación. Además tiene carácter obligatorio y no exige un acuerdo previo en la Junta de propietarios siempre que se cumplan determinadas condiciones como que la solicitud sea presentada por un propietario con discapacidad o mayor de 70 años o que el importe repercutido anual (descontadas las ayudas públicas) no supere las doce mensualidades ordinarias de gastos comunes.

En este tipo de reformas todos los propietarios deben asumir el coste aun cuando no vayan a hacer uso del servicio. Y esto incluye también a los locales bajos que, si bien quedan exentos de los gastos de entretenimiento, conservación y reparación ordinaria de las zonas comunes, están obligados a participar en una inversión que se considera gasto extraordinario. Porque,tal y como señalan los tribunales, la ampliación de la trayectoria del ascensor contribuye a la habitabilidad del inmueble por lo que no puede considerarse una mera obra de mejora.

En definitiva, pueden evitarse disputas y desacuerdos innecesarios si se tiene en cuenta la obligatoriedad de hacer el edificio más accesible y la necesidad de reducir los obstáculos en la entrada, salida y tránsito entre áreas para cualquier persona que pueda sufrir limitaciones en sus capacidades motoras o sensoriales por cualquier motivo. Y es que una mejor Comunidad es responsabilidad de todos los vecin@s.¿Necesitas asesoramiento sobre este tema o cualquier otro?

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