Hablar de negligencias en el uso de los elementos comunes de una Comunidad supone hablar de los daños que se causan por un uso descuidado de dichos elementos. Es decir, del deterioro cuyas causas son ajenas a razones naturales como el paso del tiempo y que implican la ejecución de una acción. En ocasiones, se trata de actos que se realizan sin ser consciente de sus consecuencias como cortar una tubería que resulta molesta en un momento dado sin saber que, en realidad, es un paso de gas. Algo que, aparte de tener que solicitar la actuación de los bomberos, puede suponer un coste de miles de euros. Es decir, los efectos pueden ser extremadamente peligrosos y caros.
Una de las zonas comunes más susceptibles de sufrir actos negligentes es el ascensor. Con frecuencia es sometido a excesos innecesarios de carga tanto de personas a bordo de la cabina como de objetos pesados para hacer mudanzas y, como resultado, se acaba produciendo un desgaste acelerado de las piezas de la maquinaria. Tampoco es recomendable marcar indiscriminadamente los botones ya que, con el tiempo, puede provocar retrasos y bloqueos inesperados del ascensor. Menos aún se debe intentar abrir las puertas de manera forzada ya que el fallo del sistema podría empeorar.
En las terrazas también podemos encontrar un variado elenco de negligencias. Entre los comportamientos más inadecuados se puede señalar la colocación de plantas de grandes dimensiones. Y es que el exceso de peso y su acción constante en el tiempo puede acabar causando daños en la superficie provocando humedades y filtraciones a los pisos inferiores. De la misma forma, la alteración de los elementos arquitectónicos y el desinterés por el mantenimiento del espacio se consideran comportamientos inapropiados. El típico uso negligente en el parking, por otro lado, consiste en impedir que la puerta de acceso realice su recorrido completo ya sea en la entrada o en la salida. Como resultado, el mecanismo se ve perjudicado hasta llegar a dejar de funcionar generando importantes molestias a todos los vecinos. Y, en cuanto a la antena de televisión, también encontramos actuaciones poco recomendables como la manipulación indebida de la toma de antena que puede interrumpir el servicio a los propietarios de otras viviendas.
Lo más importante en lo que se refiere a las acciones negligentes es ponerlas, precisamente, de manifiesto. La mayor parte de ellas quedan impunes porque no se lleva a cabo la reclamación oportuna a la persona que ha provocado los daños, ya sea por desconocimiento o por no tener habilitado un protocolo específico para ello. El hecho es que, en estos casos, la Comunidad termina asumiendo el coste de los destrozos. Sin embargo, es quien ha cometido la negligencia quien debe hacerse responsable de los gastos y por ese motivo, en caso de que no lo haga, hay que consultar a los expertos y presentar, si es necesario, un recurso judicial.
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